miércoles, 22 de febrero de 2017

Cómo cambia la vida tras la muerte de los padres


Después de la muerte de los padres, la vida cambia mucho. O quizás, muchísimo. Enfrentar la orfandad, incluso para personas adultas, es una experiencia sobrecogedora. En el fondo de todas las personas siempre sigue viviendo ese niño que siempre puede acudir a la madre o al padre para sentirse protegido. Pero cuando se van, esa opción desaparece para siempre.
Vas a dejar de verlos, no una semana, ni un mes, sino el resto de la vida. Los padres fueron las personas que nos trajeron al mundo y con quienes se compartiste lo más íntimo y frágil. Ya no estarán aquellos seres por los que, en gran medida, llegamos a ser lo que somos.


La muerte: de hablar de ella a vivirla, un gran abismo…


Nunca estamos del todo preparados para enfrentar la muerte, más aún si se trata de la de uno de nuestros padres. Es una gran adversidad que difícilmente se llega a superar totalmente. Normalmente lo máximo que se consigue es a asumirla y a convivir con ella. Para superarla, al menos en teoría, tendríamos que entenderla y la muerte, en sentido estricto, es del todo incomprensible. Es uno de los grandes misterios de la existencia: quizás el más grande.
Obviamente, el modo en el que integremos las pérdidas va a tener mucho que ver con la manera en la que se hayan producido. Una muerte de las llamadas “por causas naturales” es dolorosa, pero lo es más un accidente o un asesinato. Si la muerte fue precedida por una larga enfermedad, la situación es muy distinta a cuando se produjo de manera súbita.
También incide la diferencia en tiempo entre la muerte del uno y el otro: si media poco tiempo, el duelo será más complejo. Si, en cambio, el lapso es más extenso, seguramente estaremos un poco mejor preparados para aceptarlo.
Realmente no solo se va un cuerpo, sino todo un universo. Un mundo hecho de palabras, de caricias, de gestos. Inclusive, de reiterativos consejos que a veces hartaban un poco y de“manías” que nos hacían sonreír o frotarnos la cabeza porque les reconocemos en ellas. Ahora comienzan a extrañarse de un modo inverosímil.
La muerte no avisa. Puede presumirse, pero nunca anuncia exactamente cuándo va a llegar. Todo se sintetiza en un instante y ese instante es categórico y determinante: irreversible. Tantas experiencias vividas al lado de ellos, buenas y malas, se estremecen de repente y quedan sumidas en recuerdos. El ciclo se cumplió y es momento de decir adiós.

“Lo que está, sin estar”…


Pensamos, por lo general, que nunca va a llegar ese día, hasta que llega y se hace real. Nos quedamos en shock y solamente vemos una caja, con un cuerpo rígido y quieto, que no habla ni se mueve. Que está ahí, sin estar ahí…
Porque con la muerte comienzan a entenderse muchos aspectos de las vidas de las personas fallecidas. Aparece una comprensión más profunda. Quizás, el hecho de no tener presente a las personas queridas suscita en nosotros el entendimiento sobre el porqué de muchas actitudes hasta entonces incomprensibles, contradictorias o incluso repulsivas.
Por eso, la muerte puede traer consigo un sentimiento de culpa frente a quien murió. Es necesario luchar contra ese sentimiento, ya que no aporta nada, sino hundirte más en la tristeza, sin poder remediar nada ¿Para qué culparse si uno cometió errores? Somos seres humanos y acompañando a esa despedida tiene que existir un perdón: del que se va hacia el que se queda o del que se queda hacia el que se marcha.

Disfrútalos mientras puedas: no van a estar para siempre…


Cuando mueren los padres, con independencia de la edad, las personas suelen experimentar un sentimiento de abandono. Es una muerte diferente a las demás. A su vez, algunas personas se niegan a darle la importancia que el hecho se merece, como mecanismo de defensa, en forma de una negación encubierta. Pero esos duelos no resueltos retornan en forma de enfermedad, de fatiga, de irritabilidad o síntomas de depresión.
Los padres son el primer amor. No importa cuántos conflictos o diferencias se haya tenido con ellos: son seres únicos e irreemplazables en el mundo emocional. Aunque seamos autónomos e independientes, aunque nuestra relación con ellos haya sido tortuosa. Cuando ya no están, se experimenta su falta como un “nunca más” para una forma de protección y de apoyo que, de uno u otro modo, siempre estuvo ahí.

De hecho, quienes no conocieron a sus padres, o se alejaron de ellos a temprana edad, suelen cargar toda su vida con esas ausencias como un lastre. Una ausencia que es presencia: queda en el corazón un lugar que siempre los reclama.
De cualquier modo, una de las grandes pérdidas en la vida es la de los padres. Puede ser difícil de superar si hubo injusticia o negligencia en el trato hacia ellos. Por eso, mientras estén vivos, es importante hacer conciencia de que los padres no van a estar ahí para siempre. De que son, genética y psicológicamente, la realidad que nos dio origen. Que son únicos y que la vida cambiará para siempre cuando se vayan.

Fuente:
https://lamenteesmaravillosa.com/como-cambia-la-vida-tras-la-muerte-de-los-padres/



jueves, 16 de febrero de 2017

EL DOLOR DE PERDER UNA MASCOTA


Para la mayoría de los niños, las mascotas son más que simplemente animales que les pertenecen a su familia: son integrantes de la familia y sus mejores amigos.


Lamentablemente, la alegría de tener una mascota va acompañada del dolor por su pérdida, ya sea debido a la edad, una enfermedad o un accidente.

Y esto puede ser muy difícil. Después de todo, las mascotas de la familia suelen ser las primeras en saludar a los niños por la mañana y después de la escuela. Tal vez su hijo recurre a su mascota en busca de compañía y consuelo cuando está enfermo, se siente triste o no querido.

Si bien es imposible proteger a los niños de la pérdida de una mascota, puede ayudarlos a enfrentar la situación. Y como la muerte de una mascota tal vez sea la primera pérdida de un ser querido, el proceso de duelo puede ayudar a los niños a aprender a enfrentar otras pérdidas que tengan en su vida.


Compartir la noticia y el dolor


Una de las partes más difíciles de perder a una mascota puede ser dar la mala noticia a los niños. Intente hacerlo en un lugar en el que estén solos, donde se sientan seguros y cómodos, y no puedan distraerse con facilidad.

Tal como lo haría con cualquier tema complicado, intente averiguar cuánta información necesitan escuchar sus hijos según su edad, su nivel de madurez y su experiencia de vida.

Si su mascota es muy vieja o tiene una enfermedad persistente, considere hablar con los niños antes de que muera. Si debe sacrificar a su mascota, tal vez desee explicarles lo siguiente:
los veterinarios han hecho todo lo posible
la mascota jamás se mejorará
es la manera más compasiva de aliviar el dolor de la mascota
la mascota morirá en paz, sin sentir dolor ni miedo

La edad de su hijo, su nivel de madurez y las preguntas que formule lo ayudarán a determinar si es mejor ofrecer una explicación clara y sencilla de lo que va a ocurrir. Si decide ofrecer una explicación, puede utilizar palabras como "muerte" y "morir" o decir algo como: "el veterinario le dará a nuestra mascota una inyección que primero la dormirá y después hará que su corazón deje de latir". Muchos niños desean tener la posibilidad de despedirse antes y algunos tal vez sean lo suficientemente adultos y emocionalmente maduros como para quedarse a acompañar a la mascota durante el proceso.

Si debe sacrificar a su mascota, tenga cuidado con decir que el animal se va a "dormir" o que lo "van a poner a dormir". Los niños pequeños suelen interpretar esto de forma literal y esto les hará tener conceptos errados y atemorizantes sobre el sueño o las cirugías y la anestesia.

Si la muerte de la mascota es más abrupta, explique con calma lo que ocurrió. Sea breve y permita que su hijo le haga preguntas que lo orientarán para saber cuánta información debe brindarle.



Apéguese a la verdad
No intente endulzar lo que ocurrió recurriendo a una mentira. No es buena idea decirle a un niño "Buster se escapó" o "Max se fue de viaje". Probablemente esto no alivie su tristeza por haber perdido a su mascota y, si en algún momento surge la verdad, su hijo probablemente se enoje porque usted le mintió.


Si le pregunta qué le ocurre a una mascota cuando muere, trate de recurrir a su propia comprensión de la muerte, lo cual incluye, si corresponde, el punto de vista de su fe. Y puesto que ninguno de nosotros lo sabe realmente, un honesto "No lo sé" puede ser una respuesta adecuada. No está mal decirles a los niños que la muerte es un misterio.



Ayudar a su hijo a sobrellevar la situación
Como cualquier otra persona que enfrenta una pérdida, los niños suelen sentir una variedad de emociones, además de tristeza, tras la muerte de una mascota. Tal vez se sientan solos, sientan enojo si la mascota fue sacrificada, frustración porque no fue posible curar a la mascota o culpa por las veces en las que fueron malos y no se ocuparon de la mascota como lo habían prometido.


Ayude a los niños a comprender que es natural sentir todas esas emociones, que no está mal no querer hablar de ellas al principio y que usted estará allí cuando estén listos para hablar.


No se sienta obligado a ocultar su tristeza por la pérdida de una mascota. Si demuestra sus sentimientos y habla acerca de ello abiertamente estará dando un ejemplo a sus hijos. Usted demuestra que está bien sentirse triste al perder a un ser querido, hablar de los sentimientos y llorar cuando uno está triste. Y para los niños, es consolador saber que no son los únicos que están tristes. Comparta historias acerca de las mascotas que tuvo (y perdió) cuando era pequeño y cuán difícil fue despedirse.
Salir adelante

Una vez que el impacto de la noticia haya pasado, es importante que ayude a su hijo a salir adelante.

Puede resultar útil encontrar maneras especiales de recordar a una mascota. Podría realizar una ceremonia para enterrar a su mascota o simplemente compartir recuerdos o buenos momentos que compartieron. Escriban juntos una plegaria o expresen lo que la mascota significaba para cada integrante de la familia. Compartan historias acerca de las aventuras o los momentos graciosos de su mascota. Abrácense mucho y con cariño. También podría hacer un proyecto, como un cuaderno de fotos.

Recuerde que hacer el duelo por la pérdida de una mascota, en especial para un niño, es similar a hacer el duelo por una persona. Para los niños, perder a una mascota que les brindó amor y compañía puede ser mucho más difícil que perder a un pariente lejano. Es posible que tenga que explicarles eso a los amigos, familiares y otras personas que no tienen mascotas o no pueden comprenderlo.

Tal vez, lo más importante es que hable de su mascota con frecuencia y con amor. Hágale saber a su hijo que, si bien el dolor en algún momento pasará, los buenos recuerdos de su mascota permanecerán para siempre. Cuando llegue el momento adecuado, puede considerar adoptar una nueva mascota; no como un reemplazo sino como una manera de dar la bienvenida a otro amigo animal en la familia.

Fuente:


http://kidshealth.org/es/parents/pet-death-esp.html#


martes, 7 de febrero de 2017

PARA QUIENES GUSTAN DE AYUDAR A OTRAS PERSONAS


  
 Hay una buena cantidad de seres humanos que les gusta ayudar a otros. Ese sentimiento solidario es muy agradecido por quienes lo reciben. Claro está, no todas las personas poseen la misma preparación técnica y científica para que esa ayuda sea efectiva , por eso me referiré a algunos factores que pudieran contribuir a que quienes tienen esas aptitudes logren ofrecer la ayuda de manera más efectiva, sin necesidad de recibir una enseñanza especializada.
Escuchar, esa capacidad de permitir a otra persona expresar sus pensamientos con libertad, sin interrupción alguna. Considerar que el ser humano tiene una sola boca, mientras posee dos orejas, lo cual significa que la naturaleza le otorgó un privilegio al sentido del oído.
Propiciar una relación armónica, empática, ponerse en el lugar del otro, ser capaz de experimentar lo que está experimentando la otra persona, pero manteniendo una prudencial distancia que permita ser objetivo. En otras palabras, si usted desea ayudar a una persona, debe evitar involucrarse demasiado en el problema, pues entonces pasará a ser parte del mismo. Entrar en la situación conflictiva y saber salir, pues “desde fuera se ve mejor”, es la clave.
La actitud de apoyo es otra condición indispensable, la cual se logra, además de lo anteriormente explicado, con la aceptación del sujeto en su individualidad, con la solidaridad manifestada con nuestra presencia, que contribuya a mitigar su soledad, con la orientación oportuna (visitar un facultativo, no tomar una decisión importante con ese estado anímico, tomar vacaciones, aceptar un certificado médico, leer determinado libro, etc.).
También es fundamental la realización de preguntas, pero no cualquiera de ellas, sino aquellas que le permitan a la persona en duelo expresar sus emociones y sentimientos y a nosotros conocer cómo piensa, cuán pesimista, poco realista, agresivo, autodestructivo, es su pensamiento.

Con estos elementos, seguro usted, que tiene esa capacidad para ayudar a otros muy desarrollada, estará en mejores condiciones de brindarla.