martes, 31 de enero de 2017

EL DOLOR ES UN MAESTRO



El dolor en sí mismo

no es un mal

que tengamos que evitar

a toda costa.


El dolor es un maestro que nos puede enseñar muchas cosas.


El dolor nos instruye,

nos dice que cambiemos,

que dejemos de hacer una
cosa y emprendamos otra,
que dejemos de pensar

en cierta forma

y empecemos a pensar

en forma diferente.

Y cuando nos negamos a escuchar al dolor

y a sus enseñanzas,

lo único que nos queda

es convertirnos en escapistas.


Efectivamente,

lo que decimos es:
no voy a escuchar,
no voy a aprender,
no voy a cambiar.

Las personas abiertas y que van creciendo no toman a regañadientes la pedagogía

del dolor y buscan el cambio.


Intentan respuestas y correcciones adecuadas.
Los otros no escuchan las enseñanzas del dolor.


Se contentan con establecerse y vivir con el 10 %

de su potencial humano.



Se contentan con morir,

sin haber realmente vivido.


Mediante las verdaderas y permanentes relaciones del amor, podemos recobrar la aceptación de nosotros mismos,

la realización de lo

que valemos.


Si poseemos estas dos cualidades, todo lo demás

se irá desplazando

en dirección del crecimiento, por el sendero de la paz.

Cuando faltan el amor y el sentido del valor personal,

lo único que queda es

una existencia parcial.


Y así solo podremos lograr

una fracción de

lo que pudimos haber

logrado y sido.

La Gloria de Dios que consiste en que la persona

viva plenamente,

habrá quedado recortada.

Aprendamos del dolor.




J. Powell



martes, 24 de enero de 2017

APUNTES ACERCA DEL DOLOR Y SUFRIMIENTO, UNA MIRADA HUMANISTA.



Investigaciones en el campo de las neurociencias, demuestran como el dolor emocional es procesado en el cerebro por la misma área que procesa el dolor físico. El ser humano es incondicional, capaz de ir más allá de su condición psicofísica y de los condicionamientos que la vida impone; libre para elegir como enfrentar su vida, puede encontrar todas las respuestas. Filósofos y existencialistas coinciden en que el hombre ante todo busca ser feliz. Aristóteles, en su Ética a Nicómaco, decía: el fin supremo del hombre es la felicidad. Víctor Frankl afirmaba que solo la intencionalidad en término de sentimiento hacia los valores, descubren en el hombre la verdadera alegría, y decía: No es el vacío lo que genera angustia sino la actitud ante él, la angustia deja paso a la esperanza. Sufrir significa obrar, significa crecer; el verdadero resultado del sufrimiento es el proceso de maduración personal.

El dolor y el sufrimiento hacen parte de la realidad humana, en algún momento de la vida debe enfrentarse, es una percepción intrínsecamente ligada a la condición de vivir, dolor y sufrimiento no son sinónimos, el dolor emocional, se define como el sentimiento negativo que surge ante determinadas situaciones o vivencias que afectan a la persona de manera importante. Puede existir dolor sin sufrimiento y sufrimiento sin dolor. Es en su interpretación de dolor donde aparece el sufrimiento, aparecen una vez sufrimos el impacto o la noticia.

El sufrimiento presenta al ser humano un desafío a la confianza que tiene de su vida, se experimenta como la intromisión de algo extraño y ajeno al propio ser, suscita el anhelo de hallar una explicación y un significado del mismo, de aceptarlo como inherente a la existencia humana, despierta o agudiza el anhelo humano de trascender el orden natural. Es una sensación motivada por la percepción emocional y cognitiva que se hace de una situación específica, que se convierte en desgaste, va más allá del dolor, pero puede ser controlado y puede ser eliminado. La tarea es aprender de él y no permitir que se instale indefinidamente.

Cuando el sufrimiento hace presencia, la persona se siente amenazada, haciéndose preguntas en torno a su propia responsabilidad, culpa, por qué yo?, aparece la indefensión, la desesperanza, es una incógnita saber cuándo va a terminar dicho sufrimiento, se puede pensar que nunca acabará y que no se podrá soportar; se incrementan emociones como depresión, enojo, autocompasión. En la percepción subjetiva e individual que se le entrega, tiene influencia la cultura, los vínculos afectivos, las necesidades, la vida espiritual, los factores sociales.

Ningún ser humano escapa al hecho de tener que pasar por el dolor y el sufrimiento, y se puede vivir y trascender tal estado, de acuerdo con el significado que se le dé. Una persona puede desmoronarse ante el dolor que está viviendo, otra, puede encararlo de una manera distinta, fortaleciéndose, creciendo. La intensidad y duración de dicho estado de dolor, de sufrimiento, dependen de la personalidad, fortaleza afectiva, del estado de salud física y emocional al momento de presentarse el acontecimiento que lo provoca, de la forma en que se vivieron experiencias anteriores, de las creencia y significado que se le dé al dolor, del apoyo social, de la capacidad de reconocer, aceptar y expresar las emociones. Dolor y sufrimiento son fundamentalmente humanos, es para todos, no se pueden evitar, son totalmente incomprensibles.

Cambiar el estado en que la persona vive el dolor emocional, el sufrimiento, tiene que ver con la modificación de la actitud, entender que sentirlos no es sinónimo de debilidad o incapacidad, ayuda el hecho de aceptar que se está sufriendo, asumir la responsabilidad de sentir, tomar decisiones respecto a quedarse en tal estado o salir de él. Dice el Psicólogo Clínico español, Polaino Llorente, 1993: se advierte una pérdida del sentido humanizante y trascendente del dolor, lo que urge recuperar, porque se olvida que el dolor tiene una dimensión misteriosa. Huir del dolor hace que se padezca doblemente. Ningún hombre puede zafarse de la experiencia del sufrimiento. De una u otra forma, todos acabamos por ser hombres dolientes[i]. (Llorente, 1993)

Aunque suene extraño, algunos individuos en ocasiones eligen hacer del dolor algo destructivo, llevarlo más allá de la experiencia misma alimentándolo de forma voluntaria con dirección al victimismo, a la vivencia de emociones que le permiten crecer como persona y en algunos casos le perjudica. “Demonizar el sufrimiento y evitarlo a toda costa es tan peligroso como idolatrarlo; que sea necesario aceptar la parte negativa de las cosas no implica necesariamente regodearse en el fango”. (Herman Hesse). Equilibrar los estados emocionales permite que se comprenda mejor la vida y dejar de ser esclavos.

Sigmun Freud distingue tres fuentes principales del dolor: 1. la enfermedad que nos hace descubrir nuestra finitud; 2. las agresiones del mundo exterior que nos hacen descubrir nuestra pequeñez e indefensión; 3. las relaciones con el prójimo que nos descubre la injusticia.

Scheler señala cuatro estratos en la persona: 1.somático, 2.vital, 3. psíquico, 4. espiritual. El dolor es un sentimiento del primer estrato, sensorial. El sufrimiento devora todas las perspectivas de futuro, la indeterminación de un horizonte sin dolor, afectando a ese estrato espiritual y produciendo tristeza, interviene la memoria, la imaginación y la inteligencia.



Sentido humano del sufrimiento

Spaemann, expone que la pregunta sobre del sentido del sufrimiento hace referencia a la experiencia de la falta de sentido, pues en esa experiencia consiste el verdadero sufrimiento ¿Qué sentido tiene la experiencia de lo sinsentido?[ii]

El sufrimiento, no es simplemente dolor físico o moral, sino un dolor que condena a la pasividad, donde no se puede hacer nada, se presenta con impotencia y pide serenidad. La pregunta acerca del sentido del sufrimiento es una pregunta paradójica toda vez que en ella misma hay expresión de sufrimiento, de ausencia del sentido del actuar; no se puede imponer el sentido, sino ayudar a encontrarlo, por tanto es valiosa la capacidad de quien acompaña para consolar, para compartir en silencio, ante la desgracia, siempre sobran las palabras.

Darle un buen manejo al dolor, hace necesario aceptarle, reconocer que está presente, “el que se sobrepone a su dolor, sube más alto" (Holderlin, 1995). La aceptación lleva a la persona a ver cómo reorganizará su propia vida a partir de su dramática verdad. En la libertad del ser humano, radica la posibilidad de enriquecerse con el dolor. Yepes, dice: “el dolor realiza en nosotros una catarsis, una purificación, no solo corporal, sino espiritual; nos hace menos dependientes de nuestro capricho”[iii]. Los conceptos de libertad y dignidad humana son claves para el acercamiento al dolor y el sufrimiento humanos.

El hombre doliente se ennoblece si ha aprendido a ser fuerte para sobrellevar su dolor; el sufrimiento para tener sentido, no puede ser un fin en sí mismo, el ser humano puede ir más allá, trascender el dolor. Lo que da sentido al dolor es el amor, se sufre cuando se ama, su fuerza motiva el seguir viviendo. Vivirlo sin sentido, lo hace estéril, sordo y destructivo. “Quién dispone de un porqué para vivir, es capaz de soportar casi cualquier como”. V. Frankl. El pensamiento de Víctor Frankl está impregnando de esperanza y humanismo, habla del hecho de dotar de sentido experiencias tales como la enfermedad o la muerte, el dolor y el sufrimiento, y produce consuelo en el ser humano ya que aporta razones o motivos para sobrellevar de una manera más optimista esa carga tan difícil.

El sentido ayuda a mitigar el propio sufrimiento ya que existen muchas formas diferentes de enfrentarse a él. Frente al dolor existen actitudes. Una aceptar el dolor, la otra silenciarlo o suprimirlo a costa de seguirlo padeciendo. Polaino señala que el hombre doliente tiene que plantearse si va a ser feliz o no a pesar de sus sufrimientos.[iv] El sufrimiento está ligado con lo existencial, con espiritual, con el ser y el deber ser, a través de él, el hombre toma conciencia sobre sí. “Es necesario asumir el sufrimiento, solo el sufrimiento asimilado deja de ser sufrimiento, pero, para poder afrontarlo, solo se puede sufrir con sentido, sufrir por algo o por alguien” V. Frankl. De otra parte, Hamer hablando de las leyes biológicas anota: Lo que atormenta al hombre no es la realidad, sino la idea que hace de ella.

En la obra de Víctor Frankl se indica que no fueron los más fuertes quienes superaron la experiencia de Auschwitz, sino los que tenían un motivo y una esperanza, lo que interesa era el sentido de la vida en su totalidad, que incluía también la muerte; no solamente el sentido de la vida, sino también el sentido del vivir y del morir. Una misma afección puede llevar al sufrimiento o a que se encuentre el sentido que puede ayudar a crecer al individuo. El sufrimiento es un gran despertador existencial, implica un esfuerzo para no renunciar a sí mismo a pesar del dolor, es una fuerza de crecimiento interior. Decía Juan Pablo II que el dolor no es un castigo inmerecido, sino un inmerecido tesoro. El dolor y el sufrimiento son compañeros por siempre de la existencia del hombre.

Víctor Frankl habla de la tragedia del ser humano y las llama el triple desafío: sufrimiento, culpa y muerte, enmarcados como valores de actitud que cobran su importancia frente a lo inevitable con la propia actitud, dan sentido a la vida en situaciones límite, confrontan al ser mismo, dignifican su esfuerzo al margen de los resultados, son expresión de la capacidad de la dimensión espiritual, movilizan al ser humano a través del dolor y el sufrimiento que llevan consigo, supone una búsqueda de objetivos que infundan sentido a la vida y la enriquecen, constituye una fuerza poderosa y determinante en el núcleo psíquico; es impulso para vivir, ser libre, entender, gozar, crear, vincularse y trascender lo meramente individual.

Desde la Logoterapia su razón de ser como fundamento fundante, indica que la vida siempre vale la pena, por tanto es mejor vivirla, mirar al futuro permite la oportunidad de encontrar nuevos motivos, nuevos sentidos por los cuales puede cobrar un nuevo significado, un por qué vivir que se cumple realizando valores en un mundo de posibilidades que conducen a la experiencia más humanizante, la autotrascendencia. Toma los valores de actitud como oportunidad para enfrentar aquellas preguntas que no tienen respuesta. “Cualquier tipo de sufrimiento que la vida depara, será aceptado con fortaleza por el ser humano, si sabe que detrás de él hay un sentido que puede iluminar su significado”

La Logoterapia se rige por tres principios básicos: 1: La vida tiene sentido bajo cualquier circunstancia. 2. El hombre es dueño de una voluntad de sentido, y se siente frustrado o vacío cuando deja de ejercerla. 3. El hombre es libre, dentro de sus obvias limitaciones, para consumar el sentido de su existencia. A su vez, el sentido de la existencia se cumple en la realización de valores de creación, aquello que se ofrece al mundo a través del trabajo, de la creación artística, del dar; valores de experiencia, como lo que se recibe del mundo, la naturaleza, las obras de arte, las puestas de sol; los valores de actitud, como la posibilidad de asumir una actitud digna y valiente frente a hechos inevitablemente dolorosos que no se pueden cambiar.

El humanismo define al ser humano como valor central, en busca de la superación del dolor y el sufrimiento. Se parte de un postulado universal: la vida tiene sentido y dirección, esclarecerlos, comprenderlos, son la vida misma. El movimiento humanista inició en Estados Unidos como respuesta a la necesidad de crear un modelo más holista, que incluyera dimensiones como el crecimiento personal, la capacidad creativa del ser humano o la importancia de la dimensión emocional y corporal. Incluye escuelas como la psicoterapia de la Gestalt, el Análisis Transaccional, la Logoterapia, autores como Carl Rogers, Erwin Yalom, Abraham Maslow, Rollo May, Víctor Frankl. Como principios filosóficos tiene presente la perspectiva holista y sistémica, que implican la personalidad del individuo como un sistema idiosincrático en constante evolución y desarrollo, una perspectiva existencial, con un enfoque dinámico que se concentra en la existencia del individuo y una perspectiva constructivista que conlleva que todo individuo goza de la creatividad necesaria para reconstruirse, resignificarse. El terapeuta humanista además de escuchar empáticamente al consultante, le ofrece propuestas de exploración concretas y planes de acción, con intervenciones fundamentalmente idiosincráticas, adaptando las técnicas a las particularidades del sujeto y a los problemas que se pretende tratar.







"No son las cosas mismas
las que al hombre alborotan y le espantan,
sino las opiniones engañosas
que tiene el hombre de las mismas cosas". Epicteto.











Bibliografía

BRETONES, F. En Logoterapia: La audacia de Vivir. Buenos Aires, San Pablo, 2002

FRANKL, V. El hombre doliente, Herder, Barcelona, 1985

FRANKL, VIKTOR E., "Análisis existencial y logoterapia", en IV Congreso

Internacional de Psicoterapia, Editorial Scientia, Barcelona 1958.

—, "La logoterapia de V. Frankl", en Doctrinas psicoanalíticas, Editorial Kapelusz, Buenos Aires 1963.

FREUD, S. Duelo y melancolía. En Obras completas. Tomo XIV, Buenos Aires, Amorrortu, 1990

GORDILLO ALVAREZ, L. Aprender a vivir, aprender a morir, Colección Fundcrea: Alicante, España, 1998

LEWIS, C.S., El problema del dolor, Rialp, Madrid, 1994

LUCERO, I T., EL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO HUMANO, en García, José Juan (director): Enciclopedia de Bioética, URL:http://enciclopediadebioetica.com/index.php/todas-las-voces/168-el-dolor-y-el-sufrimiento-humano

POLAINO, A., Más allá del sufrimiento, en Atlántida, 1993.

SPAEMANN, R., El sentido del sufrimiento, Atlántida, 1993.

YEPES STORK, R., Fundamentos de Antropología, EUNSA, Pamplona 1997








[i] A. Polaino –Lorente, Más allá del sufrimiento, en Atlántida, 15, 1993, Pág. 312


[ii] R. Spaemann, El sentido del sufrimiento, Atlántida, 15, 1993, 322-332


[iii] R. Yepes, Fundamentos de Antropología ob. cit. p 448


[iv] Polaino – Lorente, Manual de Bioética, ob. cit p. 473 



miércoles, 18 de enero de 2017

10 MITOS SOBRE EL PROCESO DE DUELO



1. La persona que ha perdido a un ser querido en un accidente o situación similar no debe conocer los detalles del acontecimiento.

o Falso. Conocer los detalles vinculados a la muerte de su ser querido le ayuda a aceptar la realidad de la pérdida. La falta de información permite que elabore hipótesis y fantasías que pueden impedir la resolución del duelo

2. Creer que se ve a la persona fallecida significa que el doliente se encuentra cercano a la locura o al borde de sufrir una depresión.

o Falso. Cuando una persona siente dolor por la pérdida y está al inicio del duelo, su necesidad puede llevarlo a que vea o sienta a la persona fallecida. No obstante, es importante permanecer alerta frente a señales que muestren una alteración en el proceso de elaboración del duelo y buscar ayuda profesional cuando se considere conveniente.

3. La intensidad y duración de los sentimientos asociados al trabajo del duelo son proporcionales al cariño que se le tenía a la persona fallecida.

o Falso. El trabajo del duelo es una experiencia que depende de las características de cada individuo, del significado que para cada uno tenía la persona fallecida, de aspectos sociales y culturales.

4. Cuando la persona muere, se pierde para siempre su recuerdo y no queda nada de ella.

o Falso. Aunque la relación ya no sea igual, debido a la ausencia física, los recuerdos no desaparecen. Estos reaparecen acompañados de sentimientos a lo largo del proceso de duelo que lleva la persona.

5. La persona que ha sufrido la pérdida debe retomar inmediatamente sus actividades. Entre más ocupada esté mejor.

o Falso. Es conveniente que la persona, en lo posible, disponga de cierto tiempo para reflexionar y sobrellevar el proceso psicológico que implica una pérdida. Un retorno rápido a sus actividades cotidianas podría implicar que el proceso de duelo no se realice de manera satisfactoria y su vida en general se vea afectada de manera negativa.

6. El sentimiento por la pérdida de un ser querido es un afecto que no debe ser expresado, ya que esto facilita sobrellevar la situación.

o Falso. Aunque en nuestra cultura se veneran el valor y la entereza, resulta conveniente hacer a un lado esta creencia, el sufrimiento debe ser expresado de alguna manera, con el fin de permitir al doliente descargar todo lo que siente.

7. Ya serás tú mismo (a) otra vez.

o Falso. Luego de experimentar una pérdida significativa, la persona nunca vuelve a ser la misma. La muerte puede ser una experiencia devastadora, pero también una experiencia de crecimiento, la actitud del doliente marcará la diferencia.

8. Los grupos de apoyo o de autoayuda son para personas débiles.

o Falso. Participar en grupos de apoyo o autoayuda permite al doliente entender que no está solo en su dolor. Este tipo de apoyo los ayuda en su camino hacia la recuperación.

9. Los niños no poseen la capacidad para entender experiencias como la muerte y el duelo. Lo mejor es negarles todo para protegerlos.

o Falso. El niño es capaz de experimentar una situación de duelo. Una pérdida (por ejemplo, la de su mascota) puede convertirse en una gran oportunidad de aprendizaje que le ayudará para afrontar situaciones de pérdidas iguales o más dolorosas. Solo recuerde utilizar un lenguaje sencillo.

10. Si uno no habla sobre el dolor que siente, este desaparecerá más rápido.

o Falso. Entre más temprano una persona empiece a hablar sobre su dolor, el proceso de recuperación será mucho más suave.


Lic. Yercia Rivera. La Prensa / Eric Batista (La autora es psicóloga y miembro de la Fundación Piero Rafael Martínez de la Hoz. proyectosespeciales@duelo.org)



martes, 10 de enero de 2017

LA CULPA



El sentimiento de culpa es algo totalmente necesario, pero  debemos ser conscientes de que este no debería ser tan fuerte y repetido como para ser capaz de amargarnos la existencia. No es bueno que este sentimiento llegue a ser tan inmensamente agudo que llegue a amargarnos o incluso que llegue a afectar nuestra salud.  Para ello resulta indispensable saber canalizar adecuadamente los resentimientos.
 Todas las personas, tarde o temprano, cometemos algún tipo de error que puede herir a un ser querido, ya sea por una acción equivocada o un juicio fuera de lugar. Tras esto lo más probable es que le invada un sentimiento de culpa, algo totalmente normal que sucede, o por lo menos debería suceder, a todas las personas.
Este sentimiento de culpa es algo positivo, que nos indica que algo no marcha bien. Es entonces cuando debería ayudarnos a cambiar de conducta convirtiéndose en nuestro mejor y más valioso aliado. Esto se vuelve en contra de uno cuando no es capaz de canalizar esos remordimientos y el sentimiento de culpa lo supera. Cuando no es capaz de superar con naturalidad dicho bache y este se convierte en un sentimiento dañino.
¿Qué es realmente el sentimiento de culpa? ¿Cómo nos afecta?  Se trata de un reacción ante el incumplimiento de alguna expectativa que teníamos marcada. La aparición de estos primeros síntomas nos ofrece la posibilidad de cambiar el rumbo tomado, y tratar de mejorar, alcanzando así nuestra meta.  Podríamos llegar a considerar que el sentimiento de culpa es indispensable, ya que es una parte importante en el crecimiento de la persona.  Este sentimiento, como bien hemos dicho antes, en la mayoría de los casos es algo positivo, sin embargo en algunas personas puede llegar a convertirse en algo que podríamos llamar enfermizo.
Todos somos conscientes de que es algo normal sentirse culpable al mentir a un amigo, sin embargo no nos resulta del todo lógico pensar, que alguien se pueda sentir culpable porque ha llevado a alguien al cine y la película no le ha gustado.  En este caso le puede dar rabia que la película no haya sido de su gusto, pero el sentimiento de culpa no está justificado. Aquí es donde estaríamos hablando de un sentimiento de culpabilidad enfermizo.
A veces el sentimiento de culpa no aflora en el campo de la conciencia, sino que se presenta de forma reprimida en forma de depresión, una irritabilidad muy marcada o el mal humor gratuito.
Sin duda son infinitas las causas que nos pueden llevar a sufrir este sentimiento universal, puede deberse a que hemos comido en exceso y queremos cuidarnos un poco o a que hemos cometido algún error más grave, como romper el juguete de nuestro hermano y fingir no saber nada.

Para evaluar el alcance de nuestro error, no estaría de más plantearnos una serie de preguntas que nos ayuden a detectar nuestro grado de implicación y culpa: ¿Es muy grave lo que he hecho? ¿Podría haberlo evitado? ¿Debo cambiar mi conducta? ¿A quién debo mis disculpas?

En definitiva, no concedamos excesiva importancia a lo que no lo tiene y seamos capaces de perdonarnos, sacando de cada error su lado positivo.  Ya que como bien dijo un sabio escritor romano en el siglo I: " Que infelices los que no saben perdonarse a sí mismos".


martes, 3 de enero de 2017

7 CONSEJOS PARA LA AYUDA MUTUA



Nadie quisiera atravesar el dolor que produce la pérdida de un ser querido pero, inevitablemente, todos nosotros más de una vez deberemos vivir este triste momento… A veces de una manera inesperada y otras luego de una larga enfermedad, la vida de tu ser querido termina dejando tras él un gran vacío y desolación. En este arduo camino emocional, la ayuda y contención de nuestros seres queridos será muy importante. Sin embargo ¿todos tenemos la capacidad y la sabiduría para ayudar a los demás? ¿Sirven mis propias experiencias personales como guía para otros dolientes?
Te recomiendo que leas estos 7 consejos para que tu ofrecimiento de ayuda sea un verdadero bálsamo de paz para quien está en uno de los momentos más dolorosos de su vida.

1. PREPÁRATE PARA REVIVIR TU DOLOR. Ayudar a otro doliente en uno de los momentos más difíciles de su vida te enfrentará a un profundo desafío emocional: reencontrarte con tu propio dolor. Antes de ofrecer esta ayuda piensa por unos minutos ¿estoy preparado para revivir el dolor que me ha provocado a mí la muerte de un ser querido? Escuchar el angustiante relato de un doliente que ha perdido a su familiar te hará volver a aquellas experiencias personales para reflexionar y revivir este dolor. Debes estar preparado no sólo para escuchar los testimonios más desgarradores sino para reencontrarte interiormente con nuevos y viejos sentimientos que parecían olvidados… Esto no significa que volverás a atravesar este proceso de duelo sino que es necesario estar preparados para afrontar momentos de tristeza, culpa o arrepentimiento debido a la identificación que podrías tener con las palabras del doliente a quien estás ayudando.

2. CONOCE TUS PROPIOS LÍMITES. Tus deseos de ayudar a otros dolientes pueden hacerte olvidar cuáles son tus propias limitaciones personales, profesionales, etc. frente a este dolor. Es primordial que antes de comenzar con esta ayuda te tomes unos días de reflexión en los que puedas establecer una conversación interior para no sólo conocer tus habilidades sino también tus limitaciones en la tarea de acompañante. Pregúntate ¿en qué casos no podría actuar? ¿Olvidaré de cuidar de mí mismo? ¿Podré marcarle los límites al doliente? En muchos casos el dolor por la muerte de un familiar se vuelve agudo y crónico por lo que la depresión hace que surjan pensamientos suicidas… En estos casos debes reconocer que tu ayuda ya no es suficiente por lo que deben intervenir profesionales de la salud mental para proporcionarle un tratamiento adecuado. Te recomiendo ver este video para infórmate sobre los signos patológicos del duelo.

3. NO LO JUZGUES. ¿Por qué no comenzaste aún a trabajar? ¿Cómo es posible que no te esfuerces por salir de esta angustia? ¿No crees que ya es hora que des una vuelta de página? Después de algunos meses, es usual que amigos y familiares se preocupen por el doliente y por cómo está sobrellevando este dolor. Sin embargo, recuerda cuando tú estabas en duelo y te hacían estas mismas preguntas ¿qué pensabas en ese momento sobre lo que te decían? ¿Realmente te ayudaban estas palabras a sobrellevar el dolor? Cada duelo es único y personal por lo que evita emitir un juicio de opinión respecto a cómo debe hacer frente a este proceso de duelo o cuánto tiempo debe prolongarse. No hay una manera buena o mala de hacer el duelo sino que cada persona tendrá mecanismos de afrontamiento diferentes de acuerdo a sus propios recursos religiosos, personales, sociales y familiares. Sólo debes estar alerta en aquellos casos en los que estos mecanismos de afrontamiento sean sustituidos por mecanismos de evasión potencialmente dañinos para su vida como el consumo abusivo de alcohol, drogas o pensamientos suicidas. En estos casos, no dudes en sugerirle y acompañarlo en un tratamiento profesional guiado por especialistas en salud mental. 

4. NO LO COMPARES CON TU DOLOR. Cada duelo es único y personal como así también lo será la persona que deba experimentarlo. El vínculo con la persona fallecida así como los propios recursos psicológicos, familiares y sociales hará que esta experiencia de dolor sea absolutamente personal e incomparable con tu propia experiencia… Por lo tanto, no le digas que sabes cómo se siente ni que tú habrías afrontado esta pérdida de una manera distinta. Si bien tu experiencia personal puede serte de ayuda, esto no significa que sea una guía universal sobre la cual todos los dolientes deban apoyarse. Lo que puede ser reconfortante para ti, puede ser una verdadera pesadilla para el doliente a quien estás acompañando. Mientras que para ti visitar el cementerio puede haber sido una gran herramienta para aceptar y elaborar esta muerte, para otros puede ser un momento doloroso imposible aún de afrontar. Sólo si él o ella te pide un consejo, piensa en qué momento del proceso del duelo se encuentra y cuáles son sus características personales y mecanismos de afrontamiento para decidir qué sugerencias pueden ser correctas para su caso… pero hazlo sabiendo que puede estar en desacuerdo contigo o bien que no desee aceptar esta ayuda.

5. MANTÉN TU PRESENCIA.
 El duelo es una montaña rusa de emociones por lo que cuando creíamos que ya estábamos mejor vemos una foto, recordamos un viaje juntos o pasamos por un lugar que solíamos ir con él y volvemos a recaer en el dolor y la tristeza que genera su ausencia. Por lo tanto, el doliente necesita que tu ayuda no sólo sea perdurable en el tiempo sino también que seas paciente con sus sentimientos… Este dolor puede extenderse no sólo meses sino años después de la muerte siendo las fechas de aniversario un momento muy especial donde recuerdos, imágenes y emociones vuelven a surgir como un torbellino que pareciera derrumbar todos los avances que habíamos hecho hasta ahora. No dudes en llamarlo, enviarle un mensaje, visitarlo en su casa o escribirle un mail aún cuando ya haya pasado un largo tiempo de esta pérdida, estos tiempos suelen ser los más difíciles y de mayor soledad…Será un gesto que realmente sabrá apreciar en momentos en los que todos siguen con su rutina habitual. 

6. ESCUCHA MÁS, HABLA MENOS. Recuerda cuando tú estabas en duelo y tu amigo o familiar te sorprendía con un fuerte abrazo ¿No parecía que este gesto aliviaba tu alma? El doliente no necesita ni desea escuchar consejos…se encuentra desolado y abrumado por el dolor de esta pérdida por lo que tus palabras sobre lo que debería hacer o sentir sólo podrían irritarlo. Ellos necesitan algo mucho más sencillo: tu tiempo y oído… escúchalo, toma su mano, bríndale un abrazo y no te sientas presionado a tener que darle una respuesta a todo lo que te cuenta. Las respuestas están en su propio interior… sólo desea que lo escuches y que le brindes un momento de comodidad para hablar de su dolor organizando con esta conversación los sentimientos y pensamientos que lo aquejan a cada instante. Déjalo hablar sobre cómo su ser querido ha fallecido… seguramente debas escuchar esta historia una y otra vez. Ten paciencia, se trata de una manera inconsciente de procesar el dolor y la irreversibilidad de esta ausencia. En otros casos es posible que no tenga deseos de hablar… no lo obligues a expresar sus emociones si no quiere. A veces compartir un momento en silencio tomados de la mano es un verdadero aliciente para el alma.

7. BRÍNDALE TU APOYO EN FECHAS ESPECIALES. El aniversario de su muerte, cumpleaños, día de la Madre, etc. son fechas especialmente dolorosas para quien está atravesando un proceso de duelo, más aún si se trata del primer año. Procura brindar tu compañía en este día tan difícil… ayúdalo a organizar una reunión familiar, acompáñalo al cementerio, comparte el día con él o ella, piensa en homenajes que pueda hacerle a su ser querido o, si no tienes tiempo o no te encuentras en la ciudad, llámalo por teléfono expresándole que tanto tus pensamientos como sentimientos están junto con él o ella… hay mil y un maneras de acompañarlo en este día para que no se sienta sólo.
Lamentablemente, todos atravesaremos en la vida pérdidas que deberemos superar para poder encontrar un nuevo sentido a la vida. Esta experiencia personal puede sernos de gran ayuda para acompañar a otros dolientes en su proceso pero también nos enfrenta a un profundo desafío emocional: reencontrarnos con nuestro propio dolor y crecer a partir de ahí.
¿Cómo te ha servido tu propia experiencia personal para ayudar a otros dolientes? ¡Déjanos tus comentarios!